La economía circular es un modelo alternativo de consumo que implica reutilizar, compartir, alquilar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos todas las veces que se pueda para crear un valor añadido. Con este método el ciclo de vida de los productos se extiende al tiempo que se disminuye el impacto sobre el medio ambiente.
En este sentido, la reparación de bicicletas ha cobrado protagonismo en años recientes. Los amantes de los pedales están cada vez más concienciados con una forma de vida más sostenible, por ello prefieren hacer un buen mantenimiento o reparar si fuera necesario su vehículo de dos ruedas que desecharlo y comprar un modelo nuevo.
Por este motivo es habitual ver cómo abren cada vez más servicios de reparación de bicicletas en ciudades como Madrid o Barcelona, pero también en pequeñas localidades por todo el territorio nacional. Algo que también está empezando a ocurrir en muchos países de Europa donde el número de personas preocupadas por la sostenibilidad crece cada día.
El taller de bicicletas como ejemplo de cambio
La reparación de bicicletas se alinea con los principios más importantes de la economía circular ya que sus flujos de trabajo mantienen un consumo reducido de los recursos y buscan ante todo el rediseño, la reparación y el reciclaje. Ya sea dando una nueva vida a bicicletas viejas o en desuso o usando sus piezas para reparar otras, la filosofía del cero waste llega al mundo de las dos ruedas.
En un mundo donde la cultura del “usar y tirar” que empezó a imponerse en la década de los 60 llega a su fin, hay cada vez más personas y empresas concienciadas con la necesidad de proteger el medio ambiente y buscar alternativas al consumo desenfrenado del capitalismo más salvaje. Así, el reciclaje y la reparación de todo tipo de artículos y objetos gana fuerza frente al despilfarro.
Reparar, reutilizar, reciclar o compartir no solo son una buena manera de ahorrar dinero sino también de llevar a cabo una forma de activismo social que lucha contra la obsolescencia programada, ese fenómeno que obliga a los usuarios a comprar nuevos productos cada poco tiempo porque estos están programados para fallar después de un tiempo concreto.
Vivimos en un planeta de recursos finitos por lo que el consumo no puede seguir creciendo hasta el infinito, parece algo de sentido común que sin embargo gobiernos y corporaciones ignoran para seguir manteniendo los privilegios y ganancias de unos pocos. Sin embargo, muchas personas no están dispuestas a seguir formando parte de esta destrucción. Para ello simplemente toman conciencia de la situación y deciden hacer consumo responsable. Esto implica una serie de acciones concretas como la compra de artículos de segunda mano, la reparación de electrodomésticos y todo tipo de aparatos electrónicos y el consumo local frente a las ofertas de los grandes hipermercados de alimentos.
Cada pequeña decisión que se toma cada día a la hora de consumir supone un impacto real en el modelo económico de las sociedades actuales. Por este motivo, un simple taller de reparación de bicicletas supone no solo la creación de puestos de trabajo, sino también la posibilidad de reutilizar y alargar la vida de estos históricos velocípedos. Además, en los talleres de bicicletas no solo se hacen revisiones completas, sino también diagnósticos previos donde se pueden proporcionar bicicletas de cortesía en caso necesario e incluso reparaciones a domicilio para que los clientes no tengan que desplazarse si no pueden por problemas de horario.
Los mejores establecimientos cuentan con garantía de reparación y trabajan con las primeras marcas del sector ofreciendo un servicio inmejorable y la posibilidad de contactarles a través de diferentes medios como formularios de contacto, teléfono, e-mail o redes sociales,puesto que la tecnología no tiene por qué estar reñida con la sostenibilidad.